Ernesto Olivares Miranda, referente de muchos y muchas de los nuevos montañeros y montañeras, también profesor de una cifra importante de quienes semana a semana suben a las principales cimas de nuestro país, y uno de los más importantes montañeros chilenos en actividad, está a punto de afrontar un nuevo desafío deportivo en su carrera que tiene a su haber cinco ochomiles diferentes: El Everest en dos ocasiones, el Lhotse, Manaslu, Makalu y el Nanga Parbat, y en el que ahora quiere sumar el Broad Peak de 8.051 metros sobre el nivel del mar.
Para esta expedición, donde enfrentará temperaturas de 30 grados bajo cero en el día de cumbre, ante lo que responde “sarna con gusto no pica”, irá acompañado de Andrea Garrido, Juan Andrés Covarrubias, Juan Manuel Santa Cruz y Patricio Gana.
“Estamos muy motivados, muy contentos, porque ha sido un largo periodo de preparación, también de incertezas, que creo que es lo que pasa a muchos deportistas en el mundo, porque la pandemia no nos genera grandes certezas. No sabíamos si las condiciones sanitarias nos iban a permitir viajar, o si el país (Pakistán) estaría abierto. Pero ya estamos ad portas, porque nos confirmaron que las visas están en Buenos Aires, así que estamos en lo último”, analiza Olivares.
El próximo sábado los expedicionarios chilenos, comenzarán el periplo que primero los llevará a Sao Paulo, Doha y finalmente a Islamabad, capital de Pakistán, país donde se encuentran el K2, el Nanga Parbat, el Broad Peak y los Gasherbrum I y II, es decir cinco de las catorce montañas sobre los ocho mil metros sobre el nivel del mar.
Sobre la elección de ir al Broad Peak, Olivares señala que nació de una conversación con Juan Andrés Covarrubias, quien le manifestó su interés de ir al K2, ante lo que Ernesto respondió desear conocer el Broad Peak, a la que describe como una montaña bella y noble, que permite hacer una ruta con seguridad y un ascenso deportivo en el que puedan desarrollar buena parte del trabajo.
“Es una montaña que tiene pocos peligros de avalanchas, pero sin embargo como es el común de la gran mayoría de las montañas, el día de cima es un poco complejo. Es casi un kilómetro y medio, desde que llegas al filo cimero, hasta el final de la cumbre, entonces esa jornada sobre los 8 mil metros es bastante extensa”. Por lo mismo, señala como clave el último campamento: “Consideramos que va a ser importantísimo a que altura lo coloquemos. Por ahora creemos que vamos a montar 3 campos de altura y sólo si la rampa de nieve sobre los 7.300 nos diera alguna posibilidad, nos elevaríamos un poco más, pero por el momento estamos considerando salir desde los 7300 msnm y cubrir esa distancia hacia la cima, que nos debiese demandar unas 8 horas, dependiendo de que tan profunda esté la nieve”, analiza.
El intento de cima, debiera ser entre el 15 y 20 de julio, que en caso de ser exitoso, sería la segunda vez que la bandera chilena, esté en lo más alto del Broad Peak, luego de la ascensión de Sebastián Rojas Schmidt en 2018.